Dedica tu corazón a Dios. Consagrarse es responder al llamado de Dios a la consagración espiritual. Esto significa tomar una decisión consciente y voluntaria para dedicar tu alma, mente, corazón y cuerpo a Dios.
Esta decisión debe ser de voluntad, inteligencia y afecto. Solo tú puedes tomar la decisión de consagrarte a Dios. Nadie más puede empujarte a ello
Reflexiona sobre tus motivos. Dado que la consagración es algo que debe hacerse voluntariamente, debes preguntarte si es realmente dedicado o si está cediendo a las presiones externas.
Solo tú y Dios conocen tu corazón, así que no te preocupes si pareces tener los motivos correctos. Debes ver su compromiso con Cristo como una prioridad, no como una opción secundaria o experiencia pasiva.
También debes poder sentir gratitud y amor en tu corazón por Dios. Si tu corazón está listo para ser consagrado a Dios, amarás a Dios en respuesta al amor que Dios tiene por ti.
Arrepentirse. El arrepentimiento es uno de los primeros actos que debes emprender cuando tomas la decisión de consagrarte a Dios. El acto de arrepentirse implica el reconocimiento de tus pecados y la necesidad de la salvación que te ofrece Cristo.
El arrepentimiento es una experiencia personal, y también es bastante sencilla. Al obtener el deseo de arrepentirse, todo lo que necesitas hacer es orar por perdón y pedirle a Dios que te ayude a luchar contra la tentación en el futuro.